Que bonito suenan los nombres que se escogen para nombrar leyes y reglamentos. Aún habiéndonos pasado por la «piedra» las personas siguen refiriéndose al nombre con mucho orgullo y pasión. Claro que aquellos que en su frenesí de fanáticos apoyan cien por ciento al padre de la idea, sin contar los que se benefician de ella.
No se si llamar esta ley de doble filo. No me quiero imaginar que ha sido diseñada con propósitos maquiavelismos. De algo estoy seguro, ni mejorará la economía ni mucho menos la calidad de vida del trabajador.
Viene a mi mente las razones por la cuales habíamos llegado hasta este punto la clase trabajadora. Hubo un momento en la historia en donde se estrangulo tanto al trabajador que por eso decidieron reunirse y unirse contra el patrono mal tratante. Que les hace pensar a los propulsores de esta ley que no sucederá lo mismo en un futuro no muy lejano. Vivimos prácticamente en tiempos de paz cuando de uniones se trata, inclusive muchas han perdido el poder que tenían . Ahora, con esta nueva ley que atenta con el bolsillo, seguridad y beneficios marginales del trabajador me parece a mi que serán tiempos de volverse a organizar, incluyendo a los que no tenían necesidad de hacerlo y se repetirá la historia de confrontaciones y enfrentamientos del sector trabajador versus los grandes intereses y supuestos inversionistas que vienen con sus ínfulas de mesías.
No es que yo sea pesimista, tampoco que me agrade la violencia, pero si Puerto Rico se deja meter esta ley, tal y como esta propuesta, somos tan mamaos como el corderito que nos representa en nuestro ilustre escudo.